Estas son mis impresiones como cronista, poco objetivas debo reconocer, de lo ocurrido artísticamente en el escenario con motivo del homenaje al maestro Juan Carlos Cáceres. Mi disfrute y reconocimiento van de la mano con cada uno de los que versionaron con tanta dedicación y originalidad,a los temas del «gordo cacerola».

Luego del saludo generoso y pleno de admiración de Victor Hugo Morales, subieron a escena para hacer «El señor», comandados por la pianista Monica Papalia; Victoria Espínola en voz, Hernán Kallis en guitarra, Ricardo Nudelman, Zelmar Garín y Alejandro Caraballo en percusiones, un servidor en voz y la presencia entrañable del viejo amigo, compañero de escuela y crecimiento musical de toda la vida del maestro: Jorge Garrote en trombón. Abrieron con fuego de tambores y encadenaron el 6×8 del candombe criollo a la velada. Siguieron los «Tangó», ejecutando la descarnada «Guariló», transmitieron con audacia y conocimiento de lo afroargentino don Ricardo Nudelman y Victoria Espínola.

Nicolás Ciocchini Choco, solito él con su guitarra brillantemente ejecutada y a palo seco, ofreció una deliciosa y redonda «Macumbambé». Por partida doble con «Tocá Tangó» y «Otra vez», Omar Giammarco matizó con sensibilidad y sutileza, muy bien acompañado por Julio Locatelli en acordeón y la pianista Noelia Sinkunas, dos temas que revelaron la versatilidad musical de la obra del viejo maestro.

Las China Cruel a pleno, desplegaron ese trágico episodio,romántico al fin, que fue la historia de «Camila» con respeto y sobriedad,paseamos por aquellos tiempos de una nación que nacía a los tiros y luchas intestinas. Llegó el turno de «Dársena Sur». Porteña mirada suburbana que con exquisita musicalidad, Julián Peralta y Mariano González Calo le aportaron a la voz portuaria de Juan Serén, para navegar unidos entre pizzas,colectivos y barcos de carga con pasajeros sin pasaje de vuelta.

Juan Subirá , homenajeó con ternura y picardía, al atelier devenido en centro cultural parisino en donde Juan Carlos soltó años de cátedra, noches sin fin y en el cual la música se entreveró con la historia entre tambores, bombo de murga, piano, trombón, borracheras y pintura también. Estrenó con honores «El Sanatario», junto a Omar Massa al fueye, Hernán Kallis en guitarra, Martín Hernández en armónica y Alejandro Caraballo. Aprovechando la presencia en bandoneón de Omar Massa, uno de los jóvenes maravillosos que tiene el instrumento y el género hoy, quien tocara y grabara con Cáceres varias veces; este cronista cantó «Yuyo verde» bajo el arreglo sutil que escribiera el mismo maestro hace tiempo.

El momento que regaló María Maria Volonte haciendo «Bar Florida», quita la poca objetividad precaria enunciada al principio. Entre recuerdos en francés y español, un amor a la argentina que nació musicalmente en España y que la maga sin tiempo ni fronteras recogió con su vara sensible en sintonía con la armónica de Kevin Carrel Footer. Un momento de ruptura en la noche, pero sin ruido, una caricia de emoción. Celeste Voria y Mauro Holzman, danzaron con vuelo y murmullo de pena y destierro entre las piernas,la versión grabada de «Vuelvo al sur» tan sentidamente expresada por Cáceres.

Vino el turno de lo murguero y/o en todo caso, lo murguero que abreva en esa pata negra del tango,»la catarsis del tango» como definiera el maestro a nuestra murga argentina y así pasó la versión de «Tango negro» (Cáceres-Prat) con el gran condimento de la percusión a cargo de dos grandes ya en nuestra actualidad percutora criolla: Zelmar Garín y Alejandro Caraballo. Simplemente espectacular en un solo a dúo. Tomen nota los que van a buscar afuera lo que tienen acá…

Y «Murga Argentina» fue precisamente lo que desfiló luego a cargo de la murga «Garufa de Constitución»(Félix Loiácono). Con justicia y una coralidad elocuente en tono bien argentino, la murga llegó al salón para quedarse hasta el final. Subieron solo algunos de los casi doscientos integrantes de una de Los Viciosos De Almagro. En las voces inconfundibles de los mellizos Osvaldo y Héctor Cicero y el reconocido acordeonista murguero Dany Laham, «El barrio» se trasladó a Maipú 555 y la fogata de San Juan iluminó toda la sala hasta París.

La crónica concluye sin olvidar la destreza y el color único de nuestros murgueros bailando con la gente,encabezados por Matías Boedo y Tino Vera, padre e hijo que nutren lo que viene con tanta elegancia y calidad. De Aldana Mezzano, la cuota femenina murguera que subió la apuesta en medio de «La retirada» que todos y todas cantamos con devoción y agradecimiento a la obra de don Juan Carlos Cáceres, con mucha emoción por supuesto y sin obviar a la impecable conducción del acto, en palabras a cargo de Carlos Polimeni, para que lo visto y escuchado tenga unidad y más sentido que nunca. El «Cáceres Mon Amour» es un puente interminable.

Ariel Prat

Foto: Tango de mis amores