«El tango no se clausura». Ese grito de reclamo fue slogan en 2010 del primer festival de tango independiente de La Boca. Pasan los años pero la política de “control” sigue siendo la misma: clausurar y después ver.

Decenas de centros culturales, clubes de música y milongas han sido sancionados con suspensiones temporarias en lo que va de 2015. La mayoría de las veces, las causas son burocráticas. No se trata de condiciones propias de inseguridad, riesgo de incendios o derrumbes sino de papeles que faltan. Ni siquiera el clima electoral que vive la ciudad autónoma se apiada de algo que, a esta altura, supone cierta animosidad con el rubro cultural, tal vez, fruto de disputas que son ajenas a los organizadores de milongas. Hasta aquí la opinión de este cronista.

La noticia es que el viernes 3 de julio, a las 15, se realizará una milonga callejera en Avenida de Mayo al 500, frente al Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, otra vez, para reclamar de una vez por todas que la vara para las clausuras sea la misma que para otros rubros, o dicho de otra manera, para que no se cierren más espacios de tango.

En Fractura Expuesta Radio Tango, dialogamos con Julio Bassán, presidente de la Asociación de Organizadores de Milongas, organización que tras las clausuras de la «Sin Rumbo» primero, y de la «Milonga Malena» del Club Sunderland después, convocó a manifestarse “en repudio a lo que se está haciendo con las milongas”.

La situación frente a los controles no es ecuánime. “Nos llama la atención como los restoranes tienen visitas prefijadas, con meses de anticipación, con un mail expreso en el cual se tocan veinte puntos a desarrollar y como las milongas tenemos las clausuras permanentes, inclusive mientras se desarrollan los bailes, y esgrimiendo algunas cuestiones obsoletas”, destacó Bassán.

En lo que se refiere a las milongas, Bassán explicó uno de los factores burocráticos detrás de las clausuras: “Los permisos son renovables por un año. Nosotros pedimos que sean al menos cada tres. Porque el permiso es anual, pero la Dirección General de Habilitaciones y Permisos demora seis meses en extenderlo. En ese tiempo, viene una repartición pública hermana como es la Dirección General de Fiscalización y Control a cumplir su trabajo y exige ese permiso que la DGHP demora. Al no tenerlo, clausura. En el medio quedamos quienes hacemos cultura, con todo lo dificultoso que es organizar espacios culturales en Buenos Aires”.

Pero hay más cuestiones burocráticas. Yendo al caso concreto de las últimas milongas clausuradas, Bassan recordó al fallecido legislador Elvio Vitali, quien impulsó la Ley de Salón Milonga, donde dice que las peñas y los espacios de baile no necesitan instalaciones fijas para combatir el fuego, que es lo que están exigiendo a la milonga La Argentina. “La Ley 2323 de 2007 exime a las milongas de poner instalaciones fijas. No queremos hacer balurdo por hacer balurdo. El mismo Gobierno de la Ciudad un día nos convoca para sus festivales y el resto del año nos da la espalda”, reflexionó el presidente de la AOM.

Bassán observa un trato particular para los salones de baile: “A nosotros vienen y nos clausuran con la gente adentro. Un día te dicen cuidado con el foquito de luz, otro cuidado con la escalera. Otro día, poneme un cinta en la pista. En cambio, hay otros negocios que tienen un margen de tiempo para poder resolver las cuestiones que se le reclaman, donde se hacen visitas pautadas, parece que otros rubros tienen otros derechos. Nosotros queremos lo mismo que el resto”.

Hay un detalle aún más desalentador en cuanto a la suerte de las habilitaciones de los espacios de baile y es el vínculo social que tiene la Asociación de Organizadores de Milongas con la cartera de cultura porteña. A iniciativa de la AOM, en la ciudad se realiza la “Semana de las Milongas», co-organizada por la Dirección General de Patrimonio e Instituto Histórico dependiente del Ministerio de Cultura del Gobierno de la Ciudad. Muchas de esas milongas que integran la AOM también son convocadas para ser sede del Mundial de Baile. Dichos espacios, son desde hace un tiempo, sistemáticamente obstaculizados por el mismo gobierno, pero desde la AGC.

“No he hablado con el ministro Hernán Lombardi directamente. Es un tema que pasa por el Ministerio de Cultura porque las milongas son parte de la cultura de Buenos Aires. Pero la realidad es que acá hay una cuestión en la Agencia Gubernamental de Control”, explica Bassan, quien reconoce además que “existen detalles que nos exceden, podría contar cosas que se oyen, rumores de pasillo como que hay internas políticas, pero yo no me puedo quedar con eso, no se trata de una palabra oficial. Me llama la atención que no haya un interés por parte de algunos funcionarios en poder resolver este tema”.

La reflexión final de Bassán es la compartida por el conjunto de los trabajadores, artistas y público de tango. “Es muy triste ver cerradas las puertas del Club Sunderland, el Parakultural, el Pial, Sin Rumbo, del Floreal, de la Mandrilera, y podría seguir nombrando milongas con clausuras. Es muy triste que en la capital mundial del tango se susciten estas situaciones tan lamentables, con tanta gente parada, sin trabajo, sin su lugar de reunión, sin su cultura. Las milongas son el corazón del tango”.

En 2014, cuando Lombardi tomó la palabra en la apertura de la Semana de las Milongas, resaltó que el nuevo objetivo que se planteó su ministerio es «que el tango vuelva a ser de todos» y sobre todo «que vuelva a la esquina«. Sin dudas, el viernes 3 a las 15, habrá tango en la esquina, pero de la cartera de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires. Que los desaguisados los genere otra repartición del mismo espacio político habla por si solo, en cuanto a deslindes y responsabilidades públicas. Juntos, pudieron.

Foto de encabezado: facebook de la Milonga Malena en el Club Sunderland.
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El ministro de Cultura porteño Hernán Lombardi en la apertura de la Semana de las Milongas.
Foto: Sitio Oficial del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.