El Tata continúa revalorizando su obra histórica. Tras varias reediciones de discos clásicos de su carrera, esta vez Cedrón -luego de cinco años sin grabar- presenta un material doble.

El primero de ellos es Velay y está dedicado a obras clásicas y otras poco difundidas del folklore argentino. El otro, Mojarrita porá, es una serie de musicalizaciones de poetas que van de Quevedo a Carlos de la Púa, del portugués Luis de Camoes a César Vallejo, más versiones de “El Cachapecero” y “La Cachila”.

El disco de folklore contiene siete canciones grabadas en 2012 por un grupo especialmente reunido para la ocasión y que integraron Roger Helou en piano, Horacio Presti en guitarra y Nicolás Arroyo en bombo legüero. Luego se suman, en distintas formaciones, músicos como Jaime Torres en charango, Horacio Avilano, Gustavo Mozzi y Gustavo Margulies en guitarras y Juan Claudio Elías en contrabajo. Algunos de los títulos son “Pampa del chañar” y “Tuna, tunita” de Buenaventura Luna, “Viene clareando” y “Nostalgias tucumanas” de Yupanqui y el triunfo “La tropilla” de Santiago Rocca, un uruguayo contemporáneo de Gardel que desarrolló su carrera en Argentina.

El segundo disco -subtitulado “La música amontonada del mundo” retomando una frase de Tuñón-reúne seis títulos de reciente grabación y otros cinco cuya versión final demoró, hasta abril último, 39 años en concretarse.

Sucede que en 1977, en Francia, el Cuarteto Cedrón registró canciones en los Estudios ADAM de París, a excepción de la voz, debido a una afonía pasajera de Cedrón, que sólo grabó las guitarras. Se trataba de “El Cachapecero”, “Los Bueyes”, “La Cachila” –él único que quedó completo en aquella oportunidad ya que es instrumental-, “Los heraldos negros” y “Hermano Chorro” de Cedrón y De La Púa, que nunca llegaron a publicarse y a los que ahora, cuatro décadas después, Cedrón puso su voz y fueron remasterizados para este disco.

Las otras seis pistas que integran Mojarrita porá son grabaciones recientes de nuevas canciones del Tata con poemas de Tuñón, Manzi, De Camoes, entre otros, además de la primera canción con un texto propio, compartido con Antonia García Castro, “La curamaleña”.