Ante un auditorio murguero que llenó el Salón de la Mujer de la Casa Rosada, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner presentó el proyecto de Ley de Ordenamiento de Feriados que regresa a la grilla de días no laborables al lunes y martes de Carnaval, derogados en 1976 por la dictadura militar.

Este proyecto, que será enviado al Congreso, agrega también a la lista de feriados el 20 de noviembre como Día de la Soberanía, en conmemoración a la victoria de la Confederación Argentina en la Batalla de Vuelta de Obligado. Además, le cambia el nombre al 12 de octubre que dejará de ser “Día de la Raza” para pasar a llamarse “Día de respeto a la diversidad cultural” y declara inamovible al 20 de junio como Día de la bandera, entre otros.

Quizá por la manifiesta intencionalidad del proyecto de promover el turismo interno, la presidenta sorprendió con algunas definiciones referidas a los festejos de Carnaval, descriptos como “un fenómeno cultural profundo, no solo urbano a través de las murgas sino de toda la Argentina, que incluye muchas expresiones diferentes”. También, valoró a las murgas por su función social y dijo que “es más que el espectáculo que uno ve en carnaval, ya que se prepara todo el año, alejando a los chicos de las sustancias tóxicas porque los organiza en un proyecto conjunto de compartir”.

Con este anuncio, se empieza a vislumbrar el fin de una larga lucha que comenzó con el Decreto 21.329/76 que firmó Jorge Rafael Videla para prohibir los Feriados de Carnaval. A partir de ahí, la batalla fue dispar y de logros fragmentados según las jurisdicciones, lo que hacía que se vivieran situaciones absurdas. Por ejemplo, tan solo en el ámbito bonaerense, si de un lado de la General Paz desde 1997 existe una Comisión de Carnaval dentro de la secretaría de Cultura del Gobierno de la Ciudad y se había declarado a las murgas y demás expresiones de carnaval como “de interés cultural” (sumado a que desde 2004 el lunes y martes de Carnaval ya gozaban de asueto administrativo para toda la función pública porteña), del otro lado de la avenida no solo al día de hoy no existen esos beneficios sino que, al contrario, las murgas sufren un constante acoso por parte de las autoridades provinciales.

Con este proyecto de ley, desde el ámbito nacional se promueve una medida única que fomenta y proteje las variadas formas de este festejo en toda la Argentina. Un primer aviso de este cambio de actitud fue el lugar destacado que tuvieron las murgas en el cierre central de los festejos del Bicentenario, cuando les tocó simbolizar la vuelta de la democracia como un momento alegre y de irrupción popular. Y, seguramente, por eso la presidenta, durante el anuncio de este proyecto, le hizo un guiño a una conocida frase de Arturo Jauretche. Esa que dice: “El arte de nuestros enemigos es desmoralizar, entristecer a los pueblos. Y los pueblos deprimidos no vencen. Por eso venimos a combatir por el país alegremente. Nada grande se puede hacer con la tristeza”.