Tal como indicó la locutora del espectáculo, el 11 de noviembre de 2011 tenía un milagro preparado y estaba entre nosotros. Nilda Elvira Vattuone, nacida el 10 de septiembre de 1911, subió a cantar al escenario del Luna Park con 100 años, un mes, y un día. Más conocida como Nelly Omar, la “Gardela” superó aquella hazaña de haber brindado un show de excelencia a los 98, como lo había hecho en 2009, sin ayuda memorias y maravillosamente de pie durante todo el concierto.
El espectáculo comenzó con una ronda de Payadores, quienes dedicaron sus glosas a la figura de la noche. Su Guaminí natal, su pasión por la aviación, su legendaria carrera y su vitalidad sorprendente (se quejó porque en su concierto anterior había podido agacharse a recibir los saludos del público) fueron las musas que inspiraron a los payadores. Omar no se olvida de los orígenes, y ante cada presentación, los hombres de la milonga más tradicional siempre protagonizan la apertura de la velada.
Después fue el turno del ballet de Juan Carlos Copes, donde varias parejas bailaron al compás de la música en vivo del sexteto de Érica Di Salvo. Copes, otra figura descollante de la historia del género, con sus 80 años también desafió al paso del tiempo, en este caso, bailando a la par de los más jóvenes, con una gala de primer nivel que por momentos se hizo extensa, alimentando la ansiedad de quienes sólo esperaban que se cumpla el milagro mayor.
El concierto tuvo momentos épicos. Acompañada por un asistente, Omar se plantó delante de los guitarristas, tan solo con una silla donde apoyarse, jamás sentarse, como para mostrarle a la platea que 100 años no son nada. De entrada, versos del Martín Fierro en la voz de la cantora sonaron como el manifiesto de la noche: “Cantando me he de morir, Cantando me han de enterrar. Y cantando he de llegar, al pie del eterno padre: desde el vientre de mi madre, vine a este mundo a cantar”.
El primer tema fue “Parece mentira” y tuvo algunos desajustes de sonido de los más básicos: acoples, corto circuitos en las líneas, extraños para un espectáculo de tamaña envergadura. Daba la increíble sensación de no haber habido chequeo previo de la planta técnica. Ni bien terminaron con el vals de Canaro y Manzi, Nelly mandó a parar con la autoridad que le otorga el siglo y sin los reparos que a esta altura, cualquiera festeja. “Es increíble. Esto pasa en los espectáculos de tango. Acá viene cualquiera de afuera y suena bien. Tenemos que mejorar este aspecto”, destacó Omar con certeza.
Por fortuna para todos, las cuestiones sonoras más graves fueron solucionadas y Omar se pudo concentrar en la música, en los tempos, en las letras, en su arte. Entonces, repasó las mejores piezas de su repertorio: “Sur”, “La Maleva”, “El adiós de Gabino Ezeiza”, “Desde el alma” y “Amar y callar” por mencionar algunas canciones. Contó historias imposibles como la de su debut, en el año 32 (sí, hace 79 años), de manera casual y a pedido de su hermano para un concierto solidario, interpretando “Anclao en París”. Dijo al pasar: “Ese tema había sido estrenado por Gardel, dos meses atrás”.
El final fue el anunciado. Después del canto del feliz cumpleaños, la artista complació el deseo del público con la canción que nunca falta, “La descamisada” de Antonio Helú y Enrique Maroni, dedicada a su amiga de la primera fila, Ofelia, la madre de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. “Tengo un ángel de la guarda que me cuida, y es Evita Perón” comentó la artista que estuvo proscripta por peronista, prohibida tras el golpe del 55, y que anecdóticamente fue testigo del momento en que Juan Perón y Eva Duarte se conocieron.
Como si sus cien años no bastaran, dejó la puerta abierta para un próximo concierto. Lo había hecho en 2009, y lo pudo cumplir. Por las dudas, vayan ahorrando.
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