Por Maximiliano Senkiw *

¿Qué hay del negocio del tango? ¿Cuál es la importancia de la dimensión económica en este estilo musical? ¿Qué lugar ocupa el tango y su producción económica en el diseño de estrategias culturales? ¿Se puede pensar un tango sin turismo? No parece ser posible, hoy en día, pensar en la supervivencia del género sin la importancia central que ha adquirido un elemento externo como el consumo extranjero en este rubro.

Esto no resulta novedoso si se tiene en cuenta que uno de los impulsos más importantes que el tango adquirió a principios de siglo XX también estuvo dado por un factor externo: el reconocimiento parisino y luego extendido por Europa y Estados Unidos. Paradójicamente, así como a principios de siglo XX la legitimación europea hizo que el mercado interno creciera extendiendo el género a las clases que antes lo rechazaban, en la actualidad, el crecimiento económico del tango ha encontrado también su punto de desarrollo a través del impulso exterior. Como se ha dicho, derivado del consumo turístico extranjero.

Según mediciones recogidas en El Tango en la Economía, publicación del Observatorio de Industrias Culturales (OIC) del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, a partir de 2002 el mercado del tango ha experimentado un notorio crecimiento a punto tal de casi triplicar sus ingresos en relación con años anteriores. Ingresos que, mayoritariamente, provinieron del consumo extranjero fomentado por el turismo.

Algunos cálculos de este trabajo realizado en 2006 estiman que, mientras en un espectáculo abocado a lo turístico el promedio de gasto es de $ 160 por persona, en los espectáculos con público local, el gasto asciende a $ 16 pesos por persona. A esta estimación se suman la apertura entre 2007 y 2008 de casas de tango de alta categoría cuyo valor de entrada oscila entre los $ 200 y los $ 600, acrecentando aquel gasto promedio. Pero esta centralidad en el consumo turístico y el crecimiento derivado de ello, no solo se percibe en las conocidas cenas-shows propias del circuito tanguero for export. En la industria del disco, los libros y las clases de baile, los turistas extranjeros, mayoritariamente provenientes de América Latina y Europa, son quienes impulsan, en gran medida, el consumo en estas actividades económicas ligadas al género.

Víctor Ponieman, presidente de la UDI (Unión de Discográficas Independientes), miembro de la Comisión Directiva de CAPIF y responsable del sello Random Records, sostiene en lo que respecta al negocio de la venta de discos de tango: “Lamentablemente el tango es un negocio apuntado al turista. Los argentinos no compran tango. El típico argentino que escucha tango es el taxista que escucha la 2×4 pero no compra nunca un disco. El 90% de los discos de este género se venden en el centro, en la calle Florida, donde están los turistas (…) El tema con el tango es cambiar cierta forma de pensar. Quizás como es una música que está acá y está siempre disponible, son esos discos que uno siempre posterga. Uno dice ‘éste me lo compro en cualquier momento’. Mientras que un éxito, se dice ‘me lo tengo que comprar ahora porque es un éxito’. La gente no siente esa necesidad y tampoco está estimulada a comprar discos de tango”.

Finalmente, agrega Ponieman respecto a la difusión de las producciones discográficas de nuevos artistas del género: “Al no tener difusión estos artistas y sus canciones no se logra hacer un repertorio actual de tango y se siguen escuchando los mismos temas. Los discos de tango que se venden son los que tienen los temas que el turista busca, ‘La cumparsita’, ‘El choclo’, ‘Por una cabeza’. Los turistas buscan canciones. Conocen Piazzolla, Gardel, ‘La Cumparsita’ y ‘Por una cabeza’. Cualquier disco que tenga algo de esas cuatro cosas lo van a comprar. No importa si sos vos o yo. Ellos van a las disquerías, ven eso y se lo llevan”.

También, una estimación publicada en el diario La Nación durante 2005 en la que no se daba cuenta de la fuente consultada, estipulaba que el negocio del tango movilizaba en todo el mundo unos 3.000 millones de dólares anuales. Por otra parte, las estimaciones del trabajo del OIC indican que, hacia 2006, el aporte de las actividades de tango generó más de 400 millones de pesos por año.

El mecanismo de devaluación de la moneda argentina, tras la profunda crisis financiera del periodo 2001-2002, colaboró con este proceso de crecimiento disparado y estableció además una extensa brecha entre el consumo local y el externo. De todas formas, el mercado y la mirada en el tango parecen apuntar continuamente a este foco de consumo turístico que impacta inmediatamente en la actividad del sector.

Según mediciones del Ente Turismo Buenos Aires, dependencia gubernamental creada por el ministro de Cultura Hernán Lombardi en diciembre de 2007 tras la asunción de Mauricio Macri como jefe de Gobierno, los turistas, cuyo ingreso en el verano de 2008 se incrementó en un 11% más que en 2007, eligen Buenos Aires mayoritariamente por tres factores principales. Su “oferta cultural” (24,4%) seguida de la “calidez de la gente” (24%) y “la arquitectura” (18,9%). Según se estima, la cifra de turistas que visitó la ciudad en ese período (verano 2008) ascendió a 640.000 visitantes. Los primeros escalones indican que el 37,8% son extranjeros llegados desde países limítrofes, el 32,4% de Europa y el 20,6% correspondientes al resto de América.

Paralelamente, un “Ranking de los 10 sitios más visitados por el turismo” elaborado por el Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, muestra que 5 de los 10 lugares frecuentados por los extranjeros se encuentran vinculados directamente al tango. “La Boca” lleva el primer puesto, “San Telmo” se posiciona en el cuarto seguido de “Teatros y Festival de Tango” y “Museo “Carlos Gardel (quinto y sexto respectivamente) y “San Juan y Boedo”, en octavo puesto, cierra la marca tanguera de esta grilla. Asimismo, según el Ente, el período de 2007 que comprende al momento del Festival y Mundial de Tango dejó en la ciudad alrededor de 182 millones de dólares sobre los 1.800 millones totales (15% más que en 2006) generados por las visitas de extranjeros en todo ese año.

Ahora bien, todos estos datos obviamente no hacen más que corroborar la importancia vital que asumió el turismo en el negocio y desarrollo del tango y el lugar privilegiado que ocupa este bien cultural en la agenda gubernamental como recurso estratégico. Sin embargo, este reverdecer económico impulsado por la concurrencia turística y luego por factores como la incorporación de un nuevo público local joven a la escena tanguera y el reposicionamiento de la ciudad en las agendas de las empresas de turismo, no debe permitir un estancamiento sobre un factor que insinúa cierta estabilidad pero que todavía no parece consolidado. Al contrario, se deben plantear otras cuestiones que exceden la órbita estrictamente empresarial. Se entiende por esto, resaltar las cuestiones que hacen a un diseño de cultura, a una política de cultura que mire más allá del accionar y conducta de la especulación mercantil sobre un campo propicio.

El foco puesto centralmente en la rentabilidad del turismo cultural derivada del tango, envuelve varios peligros:

1- Desatender el desarrollo y el fomento cultural interno.
2- Pensar y trabajar con productos estereotipados y deshistorizados para el consumo extranjero a riesgo de perder calidad y potencia creadora en el género.
3- Fomentar el consumo solo para turistas, relegando la oferta local y desalojando a los sectores de menor poder adquisitivo del acceso a ese bien.
4- Vincularse a una franja del sector privado comercial que desconoce sobre procesos y fenómenos culturales.
5- Adaptar exclusivamente la agenda tanguera al gusto internacional.
6- Recostarse sobre la “teoría del derrame” y suponer que, si hay prosperidad entre los empresarios del tango, los recursos se repartirán entre todos los actores. Como si los temas culturales solo se resolvieran con el crecimiento del consumo y como si se realizara verdaderamente esa repartición que propone la copa derramada.
7- Trazar una estrategia cultural con el tango que solo tenga como eje el auge circunstancial del reverdecer económico del género y el oleaje del consumo exterior. Esto supondría un basamento muy débil para pensar una política cultural integral destinada al tango y a la cultura en general.

 

* Extracto de artículo publicado en el libro «Contentio, tensiones para pensar la política cultural». Ediciones del CCC – Publicaciones Sociales, Universidad de Buenos Aires, 2011.