El pasado siempre tironea como una imagen relampagueante sobre el presente. Ante ese resplandor queda eclipsarse o bien proyectar el efecto de esa descarga.
Julián Graciano, guitarrista, arreglador y compositor, ahora al frente de Graciano 4 Cuarteto, abrazó aquel fulgor del pasado pero reconfiguró esa llamada con un disco notable, con obra original, buen equilibrio y valioso para los tiempos que corren en el tango. Hablamos de Alquimia.
Aquel resplandor fue una evocación familiar. “En este disco vuelvo a la raíz instrumental donde me crié. Después de cumplir los 40 sentí la necesidad de reencontrarme con el sonido de la guitarra de mi abuelo y el bandoneón de mi papá trasladados a mi modo de componer”, cuenta Graciano a Fractura Expuesta. En su proyecto anterior, Tango en tres, el guitarrista avanzaba en un abordaje eléctrico y con fuertes conexiones con el jazz. Hoy el asunto es otro.
El cuarteto suena bien tanguero. El fueye respira y se pronuncia, el contrabajo arrastra y moviliza y los acordes y melodías de las guitarras completan un disco de 10 obras cuyo resultado final es una amalgama tanguera de variedad sonora y rítmica. Es así como aparecen patrones que se acomodan y desacomodan, tonalidades por momentos espesas, contundentes (“Punk Tango”), una buena conversación de instrumentos (“Tango en negro”) y climas de temperaturas más cálidas como en “Infancia”.
Junto a ese panorama innovador, no faltan los abordajes apegados a recursos tradicionales que se escuchan en temas como “A tus pies”, “De tanguistas” y “Buenos Aires negra”. Obviamente, siempre con el sello particular del autor que no vuelca su creación a réplicas sino a expansiones que se alimentan no solo del sonido tanguero sino que tributan a la música clásica y el jazz. El cierre con “Un tal Bach (preludio y fuga porteña)” expone el desempeño de Graciano como ejecutante y compositor.
El guitarrista asume el “riesgo”, dice, de presentar obras originales. Pero la gratificación de la creación personal parece superar aquel prejuicio que, a veces, se instala en el tango. Dos años esperaron las composiciones para encontrar una formación que le pusiera cuerpo. “Pude encontrar cómplices musicales para sacar las notas del papel pautado. El querido Manu Masetti en la guitarra clásica, un discípulo que analiza cada nota que le paso. Amijai Shalev en el bandoneón, que recibió un mail con mi propuesta ¡y luego de un año la encontró en la casilla de correo no deseado! Pero acá estamos juntos. Y Pablo Giordano en el contrabajo, un músico joven que maneja el lenguaje no solo del tango sino del jazz de manera fluida y sin restricciones”, valora Graciano. Al cuarteto se suma Fernando Richard en la ingeniería de sonido y la producción, “compañero de trabajos desde mi proyecto Tango en Tres”, aclara el músico.
Finalmente, la recompensa se produjo. “Con toda esta gente mi trabajo fue escribir y dirigir esta música para hacer del cuarteto esta alquimia”, resume Graciano. Voluntades, sonidos, vertientes estilísticas y afectos se combinaron para dar vida a un disco relevante entre los senderos contemporáneos del tango.
Quién sabe si, como los alquimistas, Graciano 4 Cuarteto llegó finalmente a encontrar el elixir o la poción tan deseada -esa fórmula definitiva- para la eternidad (del tango). No obstante, no hay duda que elaboraron un sustancioso brebaje para fortalecer y prolongar la vida del género.
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