7 de febrero: ¿Por qué se festeja el Día Nacional del bailarín de tango?

Cada 7 de febrero los bailarines de tango celebran su día.

La fecha recuerda el fallecimiento de José Ovidio Bianquet, más conocido como «El Cachafaz».

Legendario y recordado bailarín de tango, El Cachafaz murió tras haber culminado una actuación en un local llamado Rancho Grande en Mar del Plata, en 1942.

Nacido el 14 de febrero de 1885 en el barrio de Boedo, el bailarín forma parte de la mitología tanguera. Su destreza y también su personalidad impulsaron la figura de un hombre de la guardia vieja con un temple que combinaba cierta rudeza en su espíritu con la sensibilidad de su baile.

Su apodo significa bribón, descarado, insolente, pícaro, holgazán. Según relatan historiadores del género, ese era el juicio que en su juventud mereció de sus mayores, especialmente por su trato con las mujeres. Desde muy chico llamó la atención por su destreza y movimientos corporales.

En la primera década del siglo XX viajó por los Estados Unidos y de regreso en 1913 instaló una academia de baile. También conocido como «Benito», estuvo en Francia en donde ofreció clases y actuó en lugares como El Garrón.

Tuvo de compañeras, en el amor y en el baile, a Emma Bóveda y Elsa O’Connor, destacada actriz dramática del teatro y del cine. Luego Isabel San Miguel y desde 1933 exclusivamente como compañera de danza a Carmencita Calderón.

Precisamente, con Carmen Calderón es cuando su figura quedó estampada en el film Tango, estrenado en 1933.

«Tenía un don especial, elegancia y un compás único. Fue un gran creador de pasos pero también tenía muchos cortes en común con José Giambuzzi, El Tarila», contaba Calderón.

Y agregaba la bailarina: «No era buen mozo, era feo como noche oscura y esa cara picada de viruela, pero su forma de ser era suave y simpática. Ahora, cuando se enojaba temblaban todos».

Por su parte, el director y compositor Francisco Canaro consideraba: “Puede decirse sin temor a hipérbole, que El Cachafaz fue indiscutiblemente el mejor y más completo bailarín de tango de su tiempo. No tuvo maestro de baile, su propia intuición fue la mejor escuela de su estilo. Era perfecto en su porte, elegante y justo en sus movimientos, el de mejor compás, en una palabra».