Cantor y compositor, Juan Vattuone es una de las voces más
originales del tango. Cuando habla -y canta- deja relucir su estampa a contrapelo
de la figura estereotipada del tanguero compadrón.
Dice que eso lo fue aprendiendo, que dio vuelta aquella
figura para proponerse otros asuntos. Se la juega por el afecto, el corazón al
frente, la empatía y la solidaridad con aquellos que no la pasan bien. Tal vez,
lo haga retomando aquella sintonía que levantaron fuerte bastiones como Troilo
o Goyeneche. “El duende de tu son, che bandoneón, se apiada del dolor de los
demás”, cantaba el Polaco.
Así va Vattuone, a pesar de que él tampoco la pasó bien hace no tanto, cuando tuvieron que amputarle una pierna tras sufrir un violento hecho delictivo. Luego vino la recuperación, el acompañamiento y la pandemia que golpeó sin amagues a la escena cultural. Tiempos difíciles. Pero Juan dio su batalla y la ganó.
“Volví de la muerte y estoy vivo”, dice el cantor que este sábado 25 ofrecerá un concierto especial bajo el título de “El regreso”.
¿Por qué El regreso?
Es un canto a la vida en este tiempo tan complicado en el que un montón de gente me fue apoyando, empujando, ayudando a que salga a flote. Vuelvo con la misma fe, con el mismo humor y alegría que me da tener a grandes artistas amigos que me ayudan a sobrevivir y a gozar.
Vattuone y el trío / Emiliano Pascanan (percusión y batería) y Matías Murray (piano).
Vattuone se presentará con su trío en el Salón Reducci (Luis Sáenz Peña 1442), a las 21, acompañado de una extensa lista de artistas como el actor Gerardo Romano, el flautista Rubén «Mono» Izaurralde, la cantora Norma Lares y el músico y director cinematográfico Jorge Zima, con quien Juan filmó la película Boca de fresa. También estarán los guitarristas Víctor Lasear y Jorge Giuliano y sus hijas, las bailarinas Julieta y Anita Vattuone, entre muchos otros.
«Nosotros somos los tipos que soñamos despiertos porque
soñar dormido sueña cualquiera», suele decir el cantor que atravesó un
sueño opaco para hoy celebrar y reencontrarse con su público.
Juan inventa y se reinventa. Lo hizo aportando su impronta al tango. Lo hace nuevamente con su materia y su espíritu: “Esta pérdida de una parte de mí, me dio más esperanzas. Si hay pibitos muriéndose de hambre, si hay niños que se mueren de frío en la calle, lo que me pasó a mi es una gilada”.