El 3 de mayo de 1951 moría, a los 43 años, Homero Manzi, el poeta que corrió el horizonte de la palabra en el tango.
Campo y ciudad, política y cultura, la periferia y el centro, Manzi logró condensar con espesura la dimensión de un arte total en la que se encontraban vida y espíritu, acción y pensamiento. Supo poner el aroma del campo en el tango urbano. Supo unir lo que parecía escindido. Troilo lo amaba.
Poeta, político, guionista, director de cine argentino y periodista, días antes de su muerte –decir muerte parece extraño- Homero escribió su despedida en forma de verso.
“Estoy lleno de voces y de colores”, escribía Manzi antes de volverse pájaro libre en vuelo sobre una pampa de luna, misterio y soles.
“Definiciones para esperar mi muerte”, de Homero Manzi
Puedo cerrar los ojos lejos de las pequeñas sonrisas que conozco. Escuchando estos ruidos recién llegados. Viendo estas caras nuevas.
Como si de pronto los mil lentes de la locura me trasladaran a un planeta ignorado.
Estoy lleno de voces y de colores que juraron acompañarme hasta la muerte como amantes resignadas al breve paso de mi eternidad.
Sé que hay recuerdos que querrán abandonarme sólo cuando mi cuerpo hinche un hormiguero sobre la tierra.
Sé que hay lágrimas largamente preparadas para mi ausencia.
Sé que mi nombre resonará en oídos queridos con la perfección de una imagen.
Y también sé que a veces dejará de ser un nombre y será sólo un par de palabras sin sentido.
Estoy lleno de voces y de colores. Unas veces recogidos en el sonambulismo de la marcha. Otras, inventados tras mi propia soledad.
Con ello se integrará un cortejo final de despedida. Se cambiarán en lágrimas y palabras piadosas.
Pero hoy, en medio de lo que todavía no he podido amar, evoco a los marinos encerrados en las paredes altas de la tormenta; a los soldados caídos sobre las yerbas lejanas; a los peregrinos que duermen bajo la sombra de árboles innominados; a los niños que yacen contemplando el yeso de los hospitales y a los desesperados, que entregan el último gesto frente al paisaje final e instantáneo de la demencia.