Discos
«Hago la noche»: sobre el nuevo disco de Lidia Borda y Daniel Godfrid
Reseña de «La Noche», la nueva producción discográfica de la cantante Lidia Borda y el pianista Daniel Godfrid.
✒ Por José Arenas
🇺🇾 Desde Uruguay
La noche como concepto puede representar varios niveles simbólicos. Es un estado del día en que los sentidos se conectan, consolidan su poder luego de que la luz se va y, bajo el manto de lo oscuro, todo poder de percepción se vuelve más intenso.
Al mismo tiempo, el velo nocturno es una forma de protección para que las pasiones sean liberadas. En la seda azul de lo nocturno, las personas agudizan y desatan el instinto que llama hacia la sensualidad, hacia el desenfreno o la libertad.
En el poema Noche oscura del alma de San Juan de la Cruz el escenario nocturno es el que presta su color secreto para que el alma haga su recorrido hacia la vía unitiva con la divinidad pero, al mismo tiempo, los versos no están exentos de una sensualidad que identifica el encuentro de amado y amada, representados en el ensamble místico.
Sea como sea, en esta serie de campos interpretativos, la noche abre un espacio para quitar algunas ataduras y permitirse compartir confidencias.
Es esa idea de libertad, de intimidad y sensualidad la que propone el nuevo disco de Lidia Borda y Daniel Godfrid que lleva por título La Noche, un trabajo conceptual que toma a ese tiempo, sus dramas, su erotismo y sus criaturas como hilo conductor de sus temas y forma.
Buscar un repertorio novedoso, que tenga grandes sorpresas, nunca ha sido una preocupación para Lidia Borda. Su tránsito discurre más que nada entre los temas clásicos del tango y aún de otros géneros. Sin embargo, esto, que en otros intérpretes o grupos podría ser un punto en contra, no lo es en la cantante.
Y sucede por dos motivos. Primero, por los arreglos que proponen cada una de sus versiones y que tienen a Daniel Godfrid como autor. Los temas más conocidos cobran cierta fuerza renovada en el piano y en las agrupaciones de cuerdas con que suele acompañar a la intérprete. Siempre se vislumbra un pequeño regalo en esos temas mega “cantábiles”. Tal es el caso de la estructura arreglística de «Stefanie», de Alfredo Zitarrosa, que deja la monotonía milonguera de las guitarras originales y se convierte en un torbellino dramático y oscuro para contar la historia triste de los besos pagados, conservando el “riff” original y llevándolo todo más allá, al desespero.
Algo similar, aunque en un modo mucho más amable y lleno de luminoso swing, pasa con el tema que abre el disco, una mezcla entre el bolero «Mis noches sin ti» y el tango –ciertamente abolerado desde su concepción- «Esta noche de luna». Una cadencia melancólica pero llevadera, insinuante, donde la voz de Borda se suelta un poco de la expresión efusiva del tango y pone matices más “chill”.
El segundo punto por el que uno se olvida de que ya ha escuchado mucho ese repertorio elegido por Lidia Borda es –y no es una novedad- la perfección imbatible de su canto.
Solamente lo perfecto puede ser escuchado una y otra vez sin un reproche y eso sucede en cada disco concebido por la artista. Los clásicos como «Quizás, quizás, quizás» o «Maquillaje» de los Hermanos Expósito, parecen encenderse por primera vez en las interpretaciones impecables que aquí encontramos.
Sería muy injusto decir, sin embargo, que absolutamente nada nuevo propone La Noche (Acqua Records, 2024). Como un antifaz que inaugura una nueva identidad en alguien a quien ya conocemos, esta vez, las formaciones que hemos visto en anteriores discos como Puñal de sombra (2018) -donde violines, cello, contrabajo, guitarra y piano están al servicio del tango-, escasean porque la voz de Lidia Borda se mueve hacia otros registros, más parecidos a los de su proyecto Caramelos surtidos, donde se permite cantar canciones italianas, temas de Joan Manuel Serrat (su versión de «Romance de Curro el Palmo» es explosiva), con formaciones que pueden provenir del jazz o del bolero “clásico”. Son fundamentales, en la intimidad que reina en el disco, los aportes de Sebastián Espósito en guitarra y Luciano Vitale en contrabajo.
El nuevo disco de Lidia Borda junto a Daniel Godfrid propone un aire renovador dentro del conocido estilo de la cantante. No hay una experimentación que rompa con lo que ya conocemos ni hay alocadas y caprichosas formas de la vanguardia o, quizá, puede ser una comprobación de que lo vanguardista está en la esencia y no en la apariencia.
Borda sigue en su camino de tangos y canciones rioplatenses, a los que suma clásicos bohemios como «Noche de ronda», de Agustín Lara u «Ojos verdes», del repertorio de Miguel de Molina con versos de Rafael De León. Siempre en el estilo que es sello de la dupla pero dejando en claro que su virtuosismo puede ir más allá de lo habitual.
La noche es un universo conceptual y es un lugar seguro para lo extraño conocido. Lo que pase allí puede fascinar y dar resquemor al mismo tiempo. Pero con estos anfitriones, sabemos que se puede entrar con confianza.
🎧 La Noche: el disco completo