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Matías Mauricio, el eslabón anfibio del tango

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Matías Mauricio, el eslabón anfibio del tango

El escritor, ensayista y cronista presentó «Tango post 2001. Estallido social y nuevas poéticas», su nuevo libro. Una mirada sobre el pensamiento y la tarea de Matías Mauricio.

En el transcurso de la década del ‘50 del siglo XX, el tango comenzó a perder eslabones de su cadena de transmisión de saberes y experiencias. La máquina tanguera, un poco por desatenciones y miopías propias y otro tanto por bombardeos externos, comenzaba a asistir al desmembramiento de su tejido como expresión cultural de amplio espectro. Esa historia, se conoce.

Vinieron luego los ‘60 y los ‘70 con los sabidos chispazos del rock y luego los ‘80 y ‘90 con el “baldío” cultural, tiempos en los que aquella cadena ya parecía rota y oxidada. ¿Adónde ir a buscar en la orfandad de referentes? Claro que quedaban pululando por allí las figuras de rescate, aquellos artistas que todavía condensaban la juntura, ofrecían una continuidad en el tiempo. Pero el panorama era complejo.

En ese baldío -¿fango de los ’90?- previo al inicio del siglo XXI germinó la flor de Matías Mauricio. Una flor entre el Marshall con válvulas calientes y el vapor de la poesía y la música del tango que, con cierto esfuerzo de arqueólogo, aun dejaba descubrirse en su perfume. Expósito, Spinetta, Troilo, Fito Páez, Vallejo, Orozco, Alposta, Goyeneche, Discépolo o Rivero están en su altar. Y más acá, el descubrimiento y las flechas que impactaron en él de Raimundo Rosales, “Tape” Rubín, Alorsa, “Peche” Estévez o Alejandro Szwarcman, entre otros y otras.

Matías Mauricio en la presentación de su nuevo libro.

Matías es un eslabón anfibio en la larga cadena del tango. Crea y, a la vez, analiza. Mira de afuera pero es órgano del movimiento tanguero actual. Tiene crianza de rock pero elije a su padre tango. Su valor radica allí, en ser un eslabón que busca enlazar tiempos, sentires, experiencias. No corta la cabeza de medusa de los padres del tango porque sabe que ahí hay diamantes y reconoce, al mismo tiempo, que hay que construir con lo propio y armar lo nuevo para no morir en la nostalgia del ayer. Su tarea, al menos una de ellas, podría situarse en esa conducta, en conectar lo que fue y lo que será en el tango. Una dinámica de continuidad.

Pero hay algo más en su constitución anfibia, no como ambigüedad sino como lazo. Poeta y letrista al principio y ahora quizás en una fase abocada a la de ensayista y cronista, Mauricio moldea un pensamiento de razón analítica y de saber artístico. En criollo, no sacrifica al arte y sus pulsiones bajo el diagnóstico instrumental y burocrático de los papers o los artículos de investigación -escribe desde el temple y el hacer tanguero- pero entiende también que el componente teórico y analítico sustenta y hasta puede llegar a hacer avanzar al campo artístico. La difícil balanza entre los fantasmas y las mutilaciones que promueve la razón analítica (el artista institucionalizado) y las sombras acallantes del arte. “A veces hay espíritus que enturbian las aguas para hacerlas parecer más profundas, ojito ahí”, alertó Matías -parafraseando a Nietzsche- en la reciente presentación de su libro Tango post 2001. Estallido social y nuevas poéticas.

En su momento actual, y transcurridas dos décadas del proceso de reverdecimiento, el tango parece ir asentando nuevos modos de continuidad, sus marcas distintivas, su historia, su relato de vida. Si hubiera que analizar la cadena de ADN y la historia genética de esta expresión cultural, Matías Mauricio aparecería en ella. Por lo dicho, por ser el eslabón anfibio, el enlace que permite conocer, sostener y extender la cadena y simultáneamente fundar nueva vida para el tango. Como decía Cátulo: “Solo vive lo que continua”.

Un encuentro con los tangueros de hoy

La presentación del libro de Mauricio reunió, en el Centro Cultural de la Cooperación, a una porción importante de los tangueros de estos tiempos. Poetas, músicos y cantantes, entre otros, participaron de una celebración que incluyó lecturas, música, danza y video.

La música estuvo a cargo de “Cucuza” Castiello y el dúo de guitarras que conformaron Mariano Heler y Leandro Nikitoff. La bandoneonista Cindy Harcha tuvo entre sus manos y ejecutó uno de los bandoneones de Aníbal Troilo y Juampy Ramírez y Oriel Toledo cerraron la noche con una notable performance de danza.

📺 «Vuelve el tango» (Jorge «Alorsa» Pandelucos»)
Matías Mauricio, Cindy Harcha y el bandoneón que perteneció a Aníbal Troilo:

📺 «Mi involución» (Acho Estol)
Cucuza Castiello, Mariano Heler, Leandro Nikitoff y Matías Mauricio

📸 Las fotos de la presentación de Tango post 2001. Estallido social y nuevas poéticas:

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Sitio de tango y noticias culturales. Desde 2003, el espacio referente del tango de estos tiempos.

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