Por si hiciera falta, además de ser ya un destacado del paisaje y las veredas que lo vieron nacer y caminar -Villa Ortúzar, Parque Chas o Villa Urquiza- Hernán “Cucuza” Castiello acaba de ser declarado “Personalidad Destacada de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en el ámbito de la Cultura”. Del barrio a toda la ciudad, parece ser el destino del cantor.

Así, con «fuerza de ley», Cucuza sumó un laurel más en su carrera de cantor y promotor tanguero. “Aparte del valor que le veo a esto de ser personalidad destacada de la cultura es importante lo que está pasando acá. Una alegría, un amor, un cariño y una amistad que garpa casi más que el reconocimiento. Que me quieran como me quieren, me llena el alma”, confesó el cantor que recordó y subrayó el valor del tango nacido e impulsado desde el barrio, ese núcleo cultural que conecta a la aldea con el resto del mundo.

«En mi vida siempre agradezco al tango. Lo que no me ha defraudo nunca en mi vida, además de mi familia y algunos amigos, son Manzi, Cadícamo, el “Tape” Rubín, Acho Estol, Goyeneche, Troilo, Juárez. Ellos no me defraudan nunca y por eso soy de ese partido, saco la cara por ese partido, por ese género que ya no es solo eso sino una forma de vida. Estar acá, en este lugar que realmente es tan prestigioso y tan importante, solamente por hacer lo que me gusta y de la manera que me gusta, me pone muy contento», agregó Cucuza que, fiel a su espíritu, fue saludando y agradeciendo a amigos y a artistas que lo acompañaron en la celebración.

Con un colmado Salón Dorado, la palabra no solo fue la de Cucuza sino también la de sus afectos. Su madre Lucía, un grupo de “faroleros” –así se les llama a los parroquianos del Bar El Faro-, y el cantor Osvaldo Peredo, fueron algunas de las voces que reconocieron la tarea del cantor. “Lo que tiene Cucuza es que baja del avión o va a cantar a los mejores lugares y después vuelve a cantar con sus compañeros o a ayudar a todo el mundo. Va a seguir cantando porque es lo quiere hacer y como él lo quiere hacer”, dijo el alma mater del homenajeado. “Sigue fiel a sus convicciones y a sus códigos de vida”, remató Lucía para despertar la ovación de la tribuna tanguera.

No hay demagogia cuando quien habla es el corazón porque “no hay odio y veneno que haga mal”. Cucuza entendió que el tango es la trama de los afectos. Por eso, una de «sus faroleras», con la intuición del corazón, lo resumió sin vueltas: «Cucuza es bueno». Quizás allí, la mención legislativa sea algo más que un texto legal y honorifico de los grandes salones y reconozca no ya a una personalidad sino a una persona, a un cantor. Ese, Cucuza, el que está ahí cantando y que cuando baje saludará nuevamente a la muchachada, como siempre la saludó.

Algunos datos no son solo datos

Tal vez haya sido el azar o un simple trámite administrativo pero los dioses tangueros no entienden nada de esas razones. Cucuza fue reconocido en el mismo piso del edificio legislativo en el que, tiempo atrás, uno de sus mayores referentes artísticos, Gustavo Cerati, tuvo su última despedida. ¿Una emotiva coincidencia o una señal luminosa de esas que le gustaban tanto a Cerati? Más que una pregunta retórica, una certeza.